Carta
para los “Representantes” Políticos del Pueblo (Diputados y Senadores.)
Me
dirijo a usted “representante” popular que está ocupando un cargo político en
nuestro respectivo sistema y forma de gobierno. Le pido lea o haga el intento
de entender estas palabras que le voy a exponer, con el fin de que pueda
enriquecer un poco su perspectiva sobre su desempeño, su función como
“representante”, la visión que tengo sobre usted, y lo que espero de usted. Posiblemente
mi forma de verlos, sea similar a la de una parte de la sociedad, y estén de
acuerdo conmigo, mas no estoy del todo seguro. Le pido se tome unos minutos, como cuando se duerme cuando está en
sesión, o como cuando está llamando por celular mientras se debate alguna
propuesta en el congreso.
Siempre
que hay campañas políticas para futuras elecciones es interesante como usted nos
muestra un rostro lleno de “buenas intenciones”, una imagen “positiva”,
aspiraciones a querer contribuir al bien de la nación, y parece que hasta le
“interesa” escuchar la voz de los ciudadanos. Se toma fotografías en zonas
marginadas para que veamos que le “interesa” la gente pobre, y luego lo vemos
en televisión, lo escuchamos en la radio, vemos panfletos con sus “ideas”, lo
vemos en las colonias populares dando camisetas y sonriendo a diestra y
siniestra como si se tratase de un concurso de la reina de la primavera.
Después me convencí de que era solo una estrategia de mercadotecnia que saben
bien utilizar, porque después al ganar su puesto en el Congreso o en el
correspondiente, nos volteó la cara como
si los votos se los hubiesen dado los fantasmas.
Señor
diputado, diputada, senador, senadora, etc. He de saber que su puesto tiene un precio. Que la dignidad, la
responsabilidad, la lealtad, los valores que hacen grande a una sociedad,
fueron eliminados de su repertorio como “personas”. Que los votos que han
emitido a favor en ciento y un propuestas y reformas, también tienen su debido
precio, es decir, votaron sin siquiera analizar la propuesta, pero recibieron
algo a cambio, ya sea de su bancada, del partido, o de algún empresario que le
pidió que votara a favor. Yo me pregunto, ¿esos
fueron los valores que le inculcaron en su familia? Lo evidente es que, su
dignidad vale unos cuantos pesos. Que nunca pensó ni siquiera un poco en
aquellos que votaron por usted, pero deje de eso, al menos un poco por los
mexicanos, a quieres se supone que usted “representa”.
¿Se
siente bien que mientras se dedica a levantar la mano, y gana un sueldo decente,
millones de mexicanos no tienen para comer? ¿Se siente bien saber que mientras
usted condena a la nación a reformas que solo ayudan a los grandes capitales
nacionales y extranjeros, hay millones de mexicanos que pagaremos los platos
rotos?
¿Sabe
al menos cuantos millones de pobres existen en México? ¿Sabe cuántos de ellos
viven en situación de miseria? ¿sabe los altos índices de delincuencia que
enfrenta nuestro país? ¿sabe cuanta
sangre ha derramado el pueblo mexicano por la “guerra” contra el narcotráfico?
¿Se siente bien recibir un sueldo que es
a base del sudor del trabajo de todos los mexicanos? ¿Vota a conciencia o
vota porque el partido así lo decidió? Sí, la respuesta es obvia, usted no
tiene ni siquiera tiene libertad de votar en contra, pues como borrego
amaestrado, solo levanta la mano, y sumiso a las órdenes del partido, dice a
todo “sí”.
Ustedes
los “representantes” de la nación, son el vivo reflejo del circo. Son el reflejo de la ignorancia y de la
irresponsabilidad. No son eruditos en nada, son Nulidades Intelectuales. Son
caracterizados por aprovecharse de la ignorancia de un pueblo que tiene hambre.
Un innombrable dijo que “los grandes
espíritus rehusarán ser esbirros de ignorantes y parlanchines, como
inversamente los representantes de la mayoría… odiarán las cabezas que
destaquen”. Esa mención refleja lo que son ustedes. Ustedes los “representantes”
de la nación, son el peor reflejo de la política, el peor reflejo de humanos.
Son el reflejo de la verdadera vergüenza, de la cobardía. Son solo salteadores políticos esperando obtener a ruegos un cargo
público. Los tipos de su especie, con actitud de carroñeros, esperando
bajar a zancadillas a alguien que destaque,
no sabría si se les puede llamar humanos. La especie de actividad política que reflejan es despreciable y odiosa
a todo hombre de sentimientos decentes. Exponen las actitudes de las
miserias humanas, son vulgares. ¿Y cuales son las consecuencias? Que tales mediocres formen el gobierno de
una Nación.
El mismo innombrable dijo “¿O es que cabe admitir la hipótesis de que
estos elegidos de la Nación pueden ser al mismo tiempo brotes privilegiados de
la genialidad o siquiera del sentido común?”. Sea sincero, sus sesiones en
el congreso denotan su falta de lucidez intelectual, su falta de conocimiento
en los asuntos de la Nación. A lo que el innombrable diría ante unos
representantes llenos de ignorancia y de incapacidad que “Es completamente
imposible que los mismos hombres que tratan de asuntos de transportes se
ocupen, por ejemplo, de una cuestión de alta política exterior.”
Del sufragio universal raramente han
salidos genios, y eso lo tenemos comprobado en nuestro
Congreso de la Unión, y en nuestros respectivos congresos locales. Tenemos a una cantidad considerable de
parlanchines jugando a la política, creyendo que “trabajan”, cuando solo
benefician a los grandes capitales, quienes les dieron su buen soborno. Cada
vez que sesionan es una burla al pueblo mexicano. Ustedes son una burla en sí.
No
me importa si te haces llamar de derecha, de izquierda, centro, revolucionario,
comunista, socialdemócrata, ecologista, etc. Estás simulando hacer política, estás simulando que te “interesan” los asuntos que aquejan a millones
de personas. Pero mientras tanto, te
estás mofando de quienes pasan hambre, de quienes marchan porque les
quitaste sus derechos laborales, te mofas porque estás entregando los bienes de la nación a
empresas extranjeras. Estás siendo protegido por policías y granaderos, porque
como buenos cobardes amaestrados, no podrías hacerlo de otra manera. Estás
viviendo bajo un régimen de parasitismo, una situación de confort tal que me
sorprendería si estarías orgulloso de hasta donde has llegado. ¿O verdaderamente
le presumes a tus “amigos” y familia que eres diputado y que te mantiene el
pueblo mexicano, donde tú votas a favor de reformas e iniciativas que lo van
ahorcando? Si mi pregunta es con una respuesta afirmativa, demostrarías la
idiotez y cinismo en el que te encuentras. El
Nuevo concepto de Senador o diputado, será “Parásitos de la Nación”.
No
eres mas que un “traficante
parlamentario, cuyo mérito político
se aquilataba tan sólo por su habilidad en urdir coaliciones, es decir,
prestándose a realizar aquellos infames manejos políticos que son la única
prueba de lo que en el trabajo práctico pueden realizar esos llamados
“representantes del pueblo”. Y ahora que veo que son Nulidades Intelectuales,
quinientos hombres y mujeres que no pasan la media intelectual, “deciden” por
la nación. Deciden entre comillas porque ya sabemos que ustedes le chupan las
patas al partido político que les dio el puesto, y les chupan las patas a
quienes les dieron una mordida para votar a favor de la reforma que joderá más
a los mexicanos.
¿Tu
familia se siente bien de lo que has llegado ser? ¿O es que te has dado cuenta
que tu interior se está llenando de las peores porquerías de la humanidad? Ustedes “tanto
más fáciles de manejar, cuanto mayor sea la limitación mental de cada uno de
ustedes es mejor”, así solo se limitan a levantar la mano. Una horda de hienas en conjunto con otros
líderes es la que lleva el país a la oscuridad.
¿Sabes
qué inspiras “representante”? Inspiras
el peor de los desprecios, porque siempre has traicionado a los ciudadanos,
porque nos has dado mil veces patadas en el culo. Eres repugnancia, la
asquerosidad en persona, si es que aun a las alimañas como ustedes se les puede
llamar “personas”. No son nada, porque cuando acabe tu mando, estarás de nuevo
rogando por un puesto, rebajándote, poniéndote de rodillas o poniendo el culo, mientras
le chupas los pies al jefe en turno y engañas con despensas a quienes tienen
hambre.
En
un México que tiene sed de justicia, hambre, y que está ensangrentado, no se
les puede desear a ustedes más que el peor de los sucesos:
Que algún momento los abandonen en su vida,
que su familia los rechacen por ser parásitos caminantes. Que pasen hambre como
nuestro país lo está pasando. Que los condenen al olvido, que los torturen como
al pueblo mexicano han torturado, que derramen su sangre como el pueblo de
México ha derramado su sangre gracias a un México secuestrado por la
delincuencia organizada. Deseo que los destruyan, como todos los miles de
muertos que llevamos por la “guerra” contra el narco. No puedo desear otra cosa
para ustedes que dolor, miseria, todo aquello que el pueblo mexicano está
pasando, pero que sea multiplicado para ustedes por mil veces. Si desaparece un
diputado y se lo lleva el carajo es un parásito menos que mantener, es uno
menos que votará a favor de nuestra desgracia, y ténganlo por seguro, nadie de nosotros los extrañará, a no
ser la bola de sus amigos hipócritas y círculos ridículos que te hacen sentir “persona”
y alguien “importante”, a pesar de que solo te valoren por tu dinero, aunque
seas una mierda de persona.
Deseo de verdad
que la justicia divina, y la justicia material caiga en cada uno de ustedes que
han hecho de la política el peor de los vicios, que han hecho de este
México un circo mediático, que han hecho
de este México un infierno para las mayorías que viven en la pobreza y la
marginación y un paraíso para las minorías millonarias nacionales y
extranjeras que viven de la explotación de sus empleados. Las Reformas
Estructurales propuestas por los magnates millonarios nacionales e
internacionales, no pasarían de no ser que ustedes se dejan vender como buenas
prostitutas por unos cuantos pesos. Merecen que les corten el cuello, exhiban
sus cabezas afuera del Congreso de la Unión, como muestra de que el pueblo
mexicano tuvo dignidad ante la constante traición, corrupción y parasitismo que
llevan por décadas en este país. ¿De qué sirve el pacifismo si nos mantienen
sumisos en la desgracia? Un pacifismo conveniente y que mantiene sedados a los
mexicanos, para que veamos como hunden cada rincón del país. La mejor de las justicias, es ver caer las
cabezas de cada uno de ustedes, hasta que tengamos lo que nos merecemos: es
decir, un sistema sin mierdas parásitas. Se vale soñar, que podremos tener
algún día en este sistema tan corrupto, los mejores elementos de la sociedad
que lleven a México, a la gloria, como se lo merece, esa gloria a la que alguna
vez México perteneció.
Que la vida haga justicia alguna vez
para nosotros en nuestra existencia como nación, y que a ustedes se los lleve
el carajo como debe de ser.
Javier Valdivia